El 16 de marzo de 2003 en la Franja de Gaza, un soldado israelí aplasta con un bulldozer a la activista estadounidense Rachel Corrie (23), que impedía la demolición de hogares palestinos.

En memoria de Rachel Corrie (asesinada en Gaza por Israel)

En el día en que el Tribunal de Haifa exculpó a los soldado israelíes que la aplastaron con un tanque cuando defendía las viviendas de familias palestinas.

Ultima imagen. corrie, minutos antes de morir bajo la excavadora.

La voz de Rachel Corrie : «Esto tiene que terminar. Hemos de abandonar todo lo demás y dedicar nuestras vidas a conseguir que esto se termine. No creo que haya nada más urgente.
Yo quiero poder bailar, tener amigos y enamorados, y dibujar historietas para mis compañeros. Pero, antes, quiero que esto se termine. Lo que siento se llama incredulidad y horror. Decepción. Me deprime pensar que ésta es la realidad básica de nuestro mundo y que, de hecho, todos participamos en lo que ocurre. No fue esto lo que yo quería cuando me trajeron a esta vida. No es esto lo que esperaba la gente de aquí cuando vino al mundo. Éste no es el mundo en que tú y papá queríais que viviera cuando decidisteis tenerme.» Estas son las últimas palabras que Rachel Corrie, una activista estadounidense que había viajado a Gaza para oponerse a la demolición de casas palestinas, le escribió a su madre antes de perder la vida.

El 16 de marzo de 2003, Rachel se paró frente a un bulldozer modelo D9 del ejército israelí que iba a demoler la vivienda de un médico palestino. Aunque el conductor la vio, según relatan los testigos, decidió seguir adelante. Le pasó por encima, destrozándole la cabeza, las piernas y la columna. Rachel tenía 23 años. Si de algo sirvió la muerte de esta joven estadounidense, que se convirtió en un símbolo de la ignominia de la ocupación, fue para que el mundo conociera la política de expropiaciones y derribos puesta en marcha por las sucesivas administraciones israelíes. Además de artículos, libros y documentales, se estrenó una obra de teatro que narra los trágicos sucesos que terminaron con su vida.

El 11 de marzo de 2004 en las estaciones de Atocha-Cercanías, El Pozo del Tío Raimundo y Santa Eugenia de Madrid (España) suceden los atentados del 11 de marzo de 2004, con un resultado de 192 muertos y más de 1800 heridos.

El 11 de marzo de 2004 en las estaciones de Atocha-Cercanías, El Pozo del Tío Raimundo y Santa Eugenia de Madrid (España) suceden los atentados del 11 de marzo de 2004, con un resultado de 192 muertos y más de 1800 heridos.

El 10 de marzo de 1972 dos trabajadores de los astilleros de Bazán, en Ferrol, mueren cuando se manifestaban por la mejora de las condiciones laborales en una jornada de huelga general. Desde 2006 se conmemora mediante el Día de la Clase Obrera Gallega.

 

Los asesinatos de Ferrol, Día de la clase obrera gallega

El 10 de marzo de 1972, a las siete y media de la mañana en Ferrol, se reunían en las puertas de la factoría de Bazán en torno a cuatro mil trabajadores. Desde allí marcharon hacia el polígono de Caranza en busca de solidaridad de los trabajadores de otras empresas y con la idea de realizar una asamblea general.
En ese momento, en el cruce de la avenida de las Pías con la carretera de Castilla, son interceptados por la policía armada, lo que provoca un enfrentamiento abierto. A las cargas policiales, los obreros responden lanzando palos y piedras. Los gendarmes, ante la resistencia obrera, comienzan a disparar al cuerpo. Los trabajadores resisten hasta forzar la retirada de la policía.
Atrás queda un trabajador muerto, Amador Rey; otro agonizando, Daniel Niebla, más de cuarenta heridos, alguno en estado muy grave, como Julio Aneiros, dirigente de Comisiones.

El día 7 se había firmado el convenio interprovincial en Madrid. Este convenio recoge unas mejoras muy inferiores a las que se reclamaban desde Ferrol. Como resultado, el día 8 se convoca una nueva asamblea de trabajadores. En ésta, las intervenciones de los representantes de los trabajadores incluyeron fuertes críticas contra el convenio y contra el sindicato vertical, y quedan emplazados a una nueva asamblea para el día 9.

Las consecuencias de esta asamblea no se dejan esperar. Los enlaces vocales del jurado José María Riobó y Manuel Amor Deus, junto con cuatro enlaces más, José Díaz Montero, Ramiro Romero, José Miguel Rey y Alfonso Couce, todos ellos de Comisiones Obreras, quedaban suspendidos de empleo y sueldo, lo que se les anunciaba a los trabajadores el día 9 prohibiéndoles el acceso a la factoría.

Ramiro Romero es agredido por los guardias jurados a la entrada del astillero al negarse a firmar la notificación de sanción, lo que provoca un enfrentamiento entre trabajadores y guardias. Ante esta noticia, el paro fue total y a las nueve y media de la mañana unos cinco mil trabajadores se concentran para exigir la anulación de los despidos y una sanción para los guardias.

La empresa convoca de urgencia al jurado para lograr que los vocales presentes convenzan a los trabajadores de frenar el paro. El enlace Loureiro Lugrís afirma que debe ser el director quien se dirija a los trabajadores. El director accede y se presenta ante la asamblea, aunque sin solucionar las cuestiones que se le plantean.

Ante esa postura, Rafael Pillado, Antonio Romero y Ángel Porto intervienen para animar a los trabajadores a mantener su actitud de pasividad laboral hasta que se les proporcionasen garantías a los detenidos y represaliados. Los trabajadores acuerdan mantenerse concentrados hasta que se dé una respuesta positiva a sus demandas.

Acto seguido, en torno a las tres de la tarde, la empresa amenaza con un desalojo policial. Ante la persistencia de los trabajadores, a las cinco se produce una fuerte carga, con más de veinte heridos, seguida del cierre de la factoría.

A partir de ese momento, los choques entre trabajadores y fuerzas represivas se trasladan a las calles de la ciudad y duran toda la tarde. Se escuchan los primeros disparos de la policía…

El día 10, la prensa amanece con un gran espacio para informar de los hechos del día anterior, con especial atención a los choques entre trabajadores y policías, que se sucedieron a lo largo de doce horas, y refiere también los disparos y los heridos de ambas partes. La dirección de la empresa publica la decisión de cierre. La tragedia se sucede poco después.

La noticia de lo sucedido se extiende rápidamente por la ciudad. Los comercios y los colegios comienzan a cerrar y los trabajadores de otras empresas paran en señal de solidaridad. Los dirigentes de Comisiones, ante el posicionamiento de un buque de guerra frente al puente de las Pías, se entrevistan con el capitán de la Zona Marítima del Cantábrico con el objetivo de evitar la intervención militar. El ejército permanece acuartelado y la ciudad es tomada por la Guarda Civil y la Policía Armada, que desplazó efectivos de León y Valladolid.

La crónica

“Hay huelga general en todas las empresas. Los comercios permanecen cerrados. Las mujeres de los obreros han manifestado en las calles y los asesinos han cargado contra ellas a golpes de porra y a culatazos. Todo El Ferrol se moviliza contra la represión y en La Coruña, la tarde de hoy domingo, en el campo de fútbol, miles de espectadores gritaban “¡Asesinos!” a la policía y le arrojaban almohadillas y botellas, teniendo que ser interrumpido el partido que estaba siendo transmitido por televisión.”
“Según las últimas noticias, la solidaridad contra la represión fascista se desarrolla en toda España, con manifestaciones de estudiantes y obreros en Santiago de Compostela, Madrid, Barcelona, Bilbao, etcétera”.
*Extracto de la Crónica publicada en el Boletín de Información de la Agencia de Prensa España Popular (A.P.E.P.), miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (F.R.A.P.)

Amador e Daniel

Erguéstesvos cedo
aquel día.
– A costume do
do traballo –
mañá – cediño
pra facernos
coa vosa
morte.

(Os levantasteis temprano/ aquel día./ La costumbre/ del trabajo-/ mañana – temprano/ para hacernos/ con vuestra/ muerte).

El cantautor gallego Bibiano Morón, en su primer LP, Agora, del año 1976, rindió un homenaje a Amador Rei y Daniel Niebla.

En aquel año, Bibiano interpretó este tema en un recital que dio junto a Benedicto en beneficio del dirigente comunista, entonces en prisión, Santiago Álvarez. Es interesante esta grabación, que llegó hasta nuestros días gracias a que el recital fue grabado y distribuido clandestinamente, en donde se hace palpable la indignación del público (al tiempo que el enorme ejemplo de artista responsable del propio Bibiano): los nombre de Amador y Daniel seguían vivos y ardientes.

 

El 8 de marzo de 1908 en Nueva York, trabajadoras del sector textil de la fábrica Cotton de Nueva York se declararon en huelga para reivindicar mejoras en sus condiciones de trabajo. En conmemoración de esta fecha, los grupos socialistas lograron que se declarara esta fecha co

EL VERDADERO ORÍGEN DE LA CELEBRACIÓN DEL 8 DE MARZO COMO DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

En primer lugar, es preciso aclarar que la fecha del 8 de marzo no coincide con el incendio de una fábrica en Estados Unidos, ni con la huelga de obreras de la industria textil, aunque ambos hechos tengan relación. Por tanto, el nacimiento del Día Internacional de la Mujer, no radica en un acontecimiento aislado.

El sistema se ha encargado de difundir una historiografía errónea sobre esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer trabajadora. Se considera una jornada de lucha feminista en todo el mundo en conmemoración del día 8 de marzo de 1908 en que las trabajadoras de una supuesta fábrica textil de Nueva York llamada supuestamente Cotton, declararon una huelga en protestas por las condiciones insoportables de trabajo. El dueño no aceptó la huelga y las obreras entonces ocuparon la fábrica. El propietario entonces cerró las puertas y prendió fuego muriendo abrasadas las 129 trabajadoras que había dentro. Este es el cuentito que se repite sistemáticamente cada año y como paradoja, todo esto jamás sucedió. ¿Curioso no?

La huelga masiva
Efectivamente hubo una huelga de trabajadoras y trabajadores de la industria textil pero fue entre los meses de septiembre de 1909 y febrero de 1910. La mayoría de personas empleadas en la industria textil eran mujeres. Las condiciones de trabajo eran deplorables. La jornada laboral era de ocho de la mañana a seis y media de la tarde con un descanso de treinta minutos para comer, pero las cincuenta y seis horas de trabajo semanales podían aumentar hasta setenta en caso de necesidad.

Operarias de la textil Triangle Shirtwaist
Company, empresa donde se inició la huelga
masiva que duraría 13 meses. Muchas de ellas
morirían quemadas el 25 de marzo de 1911.
El paro se inició el 27 de septiembre de 1909, precisamente, en la empresa Triangle Shirtwaist Company, propiedad de dos inmigrantes judíos, donde se produjo el incendio año y medio después. Se unieron a la huelga más de 40.000 personas, no sólo en el estado de Nueva York, sino en otras ciudades de los Estados Unidos como Filadelfia y Baltimore.

Las trabajadoras demandaban salarios más altos, mejoras en las condiciones laborales, la abolición del sistema de subcontratación y de las multas, la jornada laboral de cincuenta y dos horas todo el año, igual distribución del trabajo todo el año, limitación de horas extra a menos de dos horas y no más de tres días a la semana y, sobre todo, el reconocimiento de los derechos sindicales.

El 15 de febrero de 1910, la organización de trabajadoras declaró oficialmente terminada la huelga de trece semanas. Trescientas treinta y nueve firmas habían pactado con sus trabajadores; pero otras trece compañías, entre ellas la Triangle Shirtwaist Company, no aceptaron llegar a ningún acuerdo. Si se hubiesen aceptado las demandas de los huelguistas, el incendio, seguramente, no se habría producido.

El famoso incendio
No sucedió el 8 de marzo de 1908 como dice la “historia oficial” sino el 25 de marzo de 1911, fecha en que se incendió la Triangle Shirtwaist Company en la ciudad de Nueva York, muriendo 146 empleadas, la mayoría mujeres jóvenes que, sin duda, habían participado en la huelga celebrada meses atrás.

Interior de la Triangle en horario laboral.
Esa empresa textil donde las obreras trabajaban turnos de 14 horas y se les pagaba un promedio de 7 dólares semanales, estaba situada en los tres pisos superiores de un edificio de diez plantas, llamado Asch Building, en la esquina entre Green Street y Washington Place. Este edificio, uno de los más altos del momento, debía de haber estado equipado con tres escaleras de acceso, pero sólo tenía dos, estrechas e inútiles para una emergencia. Tampoco cumplían el artículo de la ley laboral que exigía que las puertas de las fábricas se abriesen hacia fuera “donde fuese posible”, y que no podían estar cerradas con llave durante las horas de trabajo. En el Asch Building todas las puertas abrían hacia dentro, por lo estrecho de los pasillos, y, además, el dueño de la Triangle mantenía las puertas cerradas por temer a que pudieran robar algo o salieran antes de la hora. Tampoco existía obligación de tener aparatos contra incendios. Con anterioridad al fuego ya se habían denunciado las condiciones de hacinamiento y peligrosidad en que se trabajaba en la Triangle. Los dueños no habían contestado siquiera a la carta que les envió, en 1909, el Departamento de Construcción, tras efectuar un informe sobre la peligrosidad de las instalaciones. Tampoco respondieron a la carta que les envió, un año más tarde, un profesor de la universidad de Nueva York, que podía ver las instalaciones desde las ventanas de su despacho y les advertía del riesgo de que se produjese un incendio como el que había provocado la muerte de 25 trabajadores, también en su mayoría chicas, en otra fábrica de Nueva Jersey.

Momento del incendio de la textil
Triangle, el 25 de marzo de 1911.
Las mesas de trabajo estaban colocadas justo una al lado de otra, sin espacio para una evacuación. Cuando se produjo el incendio, al parecer por una cerilla arrojada por un empleado en el octavo piso, tras encender un cigarrillo, se desató un incendio en la cesta de retales bajo una de las máquinas de la fábrica. Eran las 4.46 horas de la tarde y de las 600 personas que estaban trabajando en ese momento en la fábrica, 500 eran mujeres y rápidamente los trabajadores de la octava planta avisaron por teléfono (un invento relativamente nuevo) a los de la décima, pero cuando la noticia llegó a la novena, el fuego ya se había propagado. Una puerta cerrada y una escalera presa de las llamas impedían salir por dos de las salidas a Green Street y Washington Square.

Gran parte de las obreras lograron subir a la azotea, y algunas lograron bajar en el abarrotado ascensor mientras éste siguió funcionando. Se sabe que los dos operadores de sendos ascensores del edificio subieron al menos tres veces para rescatar a las muchachas de los pisos superiores, pero finalmente el fuego y el calor impidieron continuar utilizándolos, y muchas de las víctimas acabaron tirándose por el hueco del ascensor, intentando escapar de las llamas.

Carro de bomberos tirado por caballos corre
a apagar el incendio del edificio Asch,
el 25 de marzo de 1911.
Las personas que estaban en el décimo piso, entre ellas los dos dueños de la empresa, Max Blanck e Isaac Harris, ambos de origen judío, pudieron escapar por los tejados y otras se salvaron bajando en los ascensores, antes de que el fuego lo hiciera imposible. Las empleadas que estaban en la octava y novena planta sólo podían salir por una de las dos puertas. Una estaba cerrada con llave y la otra quedó totalmente colapsada.

Desde la calle la escena era dantesca; 62 personas prefirieron saltar por la ventana a morir calcinadas en el edificio en llamas. Un testigo comentaría, años después, la terrible sensación al presenciar cómo chica tras chica se iba asomando a una de las ventanas en llamas, parándose un instante, y saltando al vacío; en algunos casos, algunas chicas tardaban tanto en saltar que una llamarada les acabó prendiendo fuego al vestido, y saltaban convertidas en bolas de fuego. Abajo, desde la calle, la impotente muchedumbre presenciaba histérica el funesto espectáculo de las alturas. La llegada de los bomberos hizo poco por aliviar la situación, pues ninguna escalera sobrepasaba el 6º piso. Aquellas personas

que no hubiesen saltado por las ventanas acabaron sucumbiendo al humo y a las llamas.

Murieron ciento cuarenta y seis personas. Siete cadáveres no pudieron ser identificados. Del resto, trece eran hombres y ciento veintitrés mujeres, la mayoría inmigrantes europeas. La víctima de más edad tenía 48 años y la más joven 14 años.

La historia que se oculta sobre los propietarios de la fábrica
Tanto Isaac Harris como Max Blanck tenían una historia común. Ambos habían nacido en Rusia, en familias judías. Llegaron sin conocerse aún, a los Estados Unidos en 1890, y como tantos de cientos de inmigrantes judíos se dedicaron al comercio de prendas de vestir.

Max Blanck e Isaac Harris, ambos judíos,
eran los propietarios de la fábrica de
camisas donde murieron 146 personas
porque las puertas estaban cerradas.
Apenas arribado a los Estados Unidos, Harris trabajó como sastre en un comercio de un familiar. Blanck en cambio trabajó por cuenta propia y para 1895 ya tenía una pequeña fábrica de ropa. A la edad de 25 años se casó con una inmigrante rusa cuya prima se había casado con Harris y los dos hombres finalmente se conocieron a fines de la década de 1890.

A principio de 1900 se asociaron. En menos de una década ambos pasaron a ser conocidos en Nueva York con el sobrenombre «Shirtwaist Kings», “los reyes de las camisas”.

Harris y Blanck eran compatibles, Blanck puso el capital y Harris su experiencia con la confección de indumentaria. En 1900, fundaron la Triangle Waist Company y abrieron su primera tienda de venta de ropa en Wooster Street. Las camisas y blusas que fabricaban se hicieron muy populares. El precio de sus camisas era económico, 3 dólares la prenda.

En 1902, Harris y Blanck mudaron su compañía al noveno piso del Nuevo edificio Asch building en la esquina de Washington Square in Greenwich Village. Harris diseñó la distribución de las maquinarias y las mesas de trabajo, prohibiendo la conversación entre las empleadas para incrementar la productividad. En 1906, los negocios iban bien y se expanden al 8º piso.

Harris y Blanck con las operarias de su
fábrica en una foto de 1910.
Como fabricantes de camisas Harris y Blanck cambiaron su estilo de vida, compraron departamentos en Manhattan’s Lower East Side y depósitos en la orilla del río Hudson. Harris tenía cuatro sirvientes en su departamento. Blanck para no ser menos, tenía cinco. Iban a la fábrica llevados por un chofer cada uno. Sus familiares abrieron sucursales de su fábrica en todo el estado de Nueva York, en Nueva Jersey, y Pennsylvania. Los hermanos de Blanck abrieron más fábricas en el interior de Estados Unidos.

En 1908, las ventas de la Triangle Factory eran de un millón de dólares. Harris y Blanck deciden usar el décimo piso del Asch building para oficinas administrativas. En los otros pisos se producían 1.000 camisas por día, ninguna otra fábrica lograba tanta productividad, por eso eran llamados “los reyes de las camisas”.

Estado en que quedó el edificio
de la Triangle en 1911.
Harris y Blanck competían con otras 11.000 industrias textiles en Nueva York, muchas de ellas hacían camisas de mejor calidad. Ambos socios prefirieron cantidad a calidad porque la demanda era mucha, y a hacer trabajar muchas horas a las empleadas por un miserable sueldo. Todos los días se hacía un escrupuloso inventario de las herramientas y se inspeccionaba a cada mujer cuando se retiraba para que no pudiera robarse nada.

Una medida de seguridad adicional fue ideada por Blanck, la de mantener cerradas las puertas de salida con candado hasta terminar de revisar a la última obrera.

En 1909 el escaso sueldo y la insatisfacción de los empleados llevaron a una huelga entre los trabajadores de la Triangle Factory en noviembre, la misma provocó la adhesión de los operarios de otras fábricas textiles. Blanck y Harris lo consideraron como un «ataque personal;» en vez de dialogar con sus empleados procedieron a despedir a muchos, contrataron una policía privada que golpeaba y maltrataba a las obreras, pero la huelga no cesaba y se extendió a 1910, cayó la producción, pero Harris y Blanck siempre se negaron a llegar a algún acuerdo. Meses después, finalmente accedieron a acortar las horas de trabajo y nada más.

Los cadáveres de las mujeres tirados
en la vereda en esa fatídica tarde.
Luego del incendio y de contabilizar tantas muertes se supo que los trabajadores permanecían encerrados en el edificio, que no se respetaba ninguna medida de seguridad y que todas las muertes pudieron haberse evitado. La gente dejó de comprar las camisas de Harris y Blanck, los periódicos comenzaron a publicar el opulento modo de vida de los propietarios de la fábrica frente a los miserables sueldos que les pagaban a las operarias. El diario New York Times entrevistó a Harris en su casa, defendiéndose e insistiendo en que ellos habían tomado todas las precauciones.

Pero el público no les creía y pedía que fueran juzgados, así, el 5 de abril en la Quinta Avenida de Nueva York, más de 80 mil personas pedían que los dueños de la fábrica Triangle sean juzgados. El 11 de abril, Harris y Blanck fueron acusados de siete cargos. Para salvarse Harris y Blanck pagaron $25.000 dólares a Max Stuer, uno de los mejores abogados de Nueva York para que los defienda. En diciembre de 2011 fue el juicio, pasaron más de 100 testigos que denunciaron el maltrato al personal por parte de los dueños. La táctica de la defensa fue desacreditar a las testigos sobrevivientes diciendo que ellas apenas conseguían hablar en inglés, que no tenían estudios y que ¡eran inmigrantes italianas!

Así quedó el interior del edificio tras el
incendio del 25 de marzo de 1911.
Pese a las protestas que se organizaron en todo el país, los dueños de la Triangle sólo fueron acusados de homicidio no premeditado, y el jurado terminó declarándolos inocentes. Blanck y Harris tuvieron que pagar 75 dólares a la familia de cada víctima.

Pero el seguro contra incendio que tenía la fábrica, le pagó a Blanck y Harris 200 mil dólares, cerca de 400 dólares por cada víctima fatal lo que permite calcular que los dos judíos ganaron 325 dólares por cada operaria muerta.

Las escaleras contra incendio de la fábrica
se rompieron a los pocos minutos de
estallar el fuego.
En 1913, Harris y Blanck mudaron la Triangle Shirtwaist Company a West 23rd Street. En Diciembre de ese año, una inspección demostró que las medidas de seguridad de Blanck eran tan malas como en el edificio original de Triangle donde se desató el incendio. Blanck de nuevo fue imputado por haber cerrado con llave la salida de emergencia de esa fábrica; pagó 20 dólares de multa.

En 1918, Harris y Blanck cerraron la Triangle Shirtwaist Company. Ambos socios jamás lograron recuperar el nivel de ventas que tenían antes del incendio y su reputación quedó dañada al igual que la imagen de la compañía. Isaac Harris regresó a trabajar como un sastre independiente y Blanck continuo con otros proyectos, fundó otras compañías de prendas de vestir como la Normandie Waist Company, pero sus ventas fueron modestas y nunca pudo volver a la época de esplendor.

La única consecuencia positiva fue la creación de una Comisión de Investigación que revisó las condiciones de peligrosidad de las fábricas y cuyas recomendaciones se convirtieron en leyes cuando Franklin Roosevelt fue elegido gobernador del estado de Nueva York.

Primeras celebraciones del Día de la Mujer
Fue en Estados Unidos donde se celebró por primera vez el Día de la Mujer el último domingo de febrero de 1909. Y en el Congreso del Partido Socialista de Estados Unidos, en 1910, se aprobó la propuesta de celebrar el Día de la Mujer el último domingo de cada mes de febrero. Era para reivindicar el derecho de las mujeres al sufragio. Hasta el 1920 no fue aprobada la Decimonovena Enmienda de la Constitución Estadounidense por la que se otorgaba a las mujeres el derecho al sufragio. También se acordó en 1910 llevar la propuesta a la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se celebró a finales de agosto de 1910 en Copenhague. En esta Conferencia, que vemos, fue anterior al incendio producido el 25 de marzo de 1911, las delegadas del Partido Socialista norteamericano, Lena Morrow Lewis y May Wood Simons, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca proponen que se celebre el último día de febrero el Día de la Mujer. La propuesta fue apoyada por la socialista alemana Clara Zetkin, que vemos no fue la autora de la idea sino que pidió se aprobara la celebración de tal Día Internacional de la Mujer «siguiendo el ejemplo de las camaradas norteamericanas (el Woman’s Day) se dedicará un día especial a las mujeres para promover el sufragio», dijo. La propuesta fue aprobada por más de cien mujeres procedentes de 17 países, entre ellas las tres primeras mujeres elegidas para el parlamento finés. El día se siguió celebrando el último domingo de febrero hasta 1914.

Soldados franceses en la trinchera,
en la Cota 34 de Verdún, en 1916.
En 1914, ante la propuesta de las socialistas alemanas, se comenzó a celebrar el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, quizás por las connotaciones revolucionarias de ese mes por la Revolución de 1848 y la Comuna de París en 1871. También porque el 8 de marzo de 1914 millones de mujeres alemanas, francesas y suecas salieron a la calle para manifestar contra de la inminente guerra mundial (empezó el 28 de julio de 1914) y a favor del voto femenino.

Sin embargo, fue a partir de 1917 cuando el 8 de marzo comenzó a universalizarse, en principio, como Día de la Mujer Comunista en los países bajo la órbita soviética, y luego, ya despojado del calificativo, en los restantes. La continuidad de la celebración en la fecha del 8 de marzo pudo quedar luego reforzada porque el 8 de marzo de 1917 las mujeres rusas, en particular las de San Petersburgo, se amotinaron ante la falta de alimentos y pidiendo el regreso de los hombres de la guerra (ya habían muerto 2 millones de rusos). Tal marcha fue el detonante de la Revolución bolchevique: a los cuatro días el zar abdicó y el gobierno provisional le otorgó a las mujeres rusas el derecho al voto.

Manifestación de mujeres por el sufragio
femenino, el 6 de mayo de 1912 en la
ciudad de Nueva York.
Nace, pues, la celebración de un Día Internacional de la Mujer con un carácter reivindicativo: del derecho al voto, en Estados Unidos, inicialmente, de rechazo a la guerra, en segundo lugar, de derechos como ciudadanas y como obreras, en Rusia. Un sentido reivindicativo y “revolucionario”, crítico y demandador de cambios sociales.

El Día Internacional de la Mujer es cada vez más una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de los derechos de la mujer.

3 de marzo matanza de Vitoria

Los sucesos de Vitoria, también conocidos como matanza del 3 de marzo,12345​ tuvieron lugar el 3 de marzo de 1976 en Vitoria, capital de la provincia vasca de Álava en España, pocos meses después de la muerte del dictador Francisco Franco, en plena Transición Española.

Los hechos sucedieron a las cinco y diez de la tarde del 3 de marzo de 1976 cuando efectivos de la Compañía de Reserva de Miranda de Ebro y de la guarnición de Vitoria de la Policía Armada desalojaron de la iglesia de San Francisco de Asís del barrio de Zaramaga, populoso barrio obrero situado al norte de la ciudad, a 4.000 trabajadores en huelga reunidos en asamblea. La policía lanzó gases lacrimógenos al interior de la iglesia y disparó con fuego real y pelotas de goma a las personas que salían del recinto. Murieron cinco personas y fueron heridas de bala más de ciento cincuenta. Los fallecidos fueron:

  • Pedro María Martínez de 27 años de edad, trabajador de Forjas Alavesas, falleció en el mismo lugar de los hechos.
  • Francisco Aznar Clemente de 17 años de edad, estudiante y operario de panadería, falleció en el mismo lugar de los hechos.
  • Romualdo Barroso Chaparro de 19, gravemente herido murió poco después.
  • José Castillo de 32 años, trabajador de Basa, una sociedad del Grupo Arregui, falleció posteriormente.
  • Bienvenido Pereda de 30 años, trabajador de grupos Diferenciales, falleció posteriormente.6

Posteriormente, durante los actos de protesta que se produjeron en todo el país, murio en la localidad vizcaína deBasauri Vicente Antonio Ferrero.

Fue una de las mayores matanzas que se produjeron en la llamada Transición española. Los hechos no fueron investigados ni enjuiciados. El relevo al frente del gobierno de España que el rey Juan Carlos I realizó en julio de ese año, cambiando a Carlos Arias Navarro por Adolfo Suárez pudo ser una consecuencia de este episodio.

Vitoria - Plaza Tres de Marzo, memorial de las víctimas del 3 de marzo de 1976 3.jpg

Manuel Fraga Iribarne, en una imagen de 2007. Era el ministro responsable de las fuerzas del orden durante lossucesos de Vitoria de 1976. Fraga se encontraba en Alemania cuando tuvo lugar la masacre y le sustituía en sus funciones el Ministro Secretario General del Movimiento Adolfo Suárez González.

Durante el mes de enero de 1976, unos seis mil trabajadores iniciaban una huelga en contra del decreto de topes salariales y en defensa de mejores condiciones de trabajo. Dos meses después convocaban por tercera vez una huelga general que fue masivamente seguida el día 3 de marzo. Desde la madrugada la tensión eran muy grande. Al coche del jefe de personal de Forjas Alavesas y a 20 camiones de la empresa habían aparecido con las ruedas pinchadas. Al empezar el día actuaron numerosos piquetes que de forma expeditiva, paralizaron prácticamente la ciudad. Sobre las 10 de la mañana se produjeron en la plaza de la Virgen Blanca y calles de los alrededores los primeros enfrentamientos entre trabajadores en huelga y policía. En las calles Calvo Sotelo y monseñor Estenaga hubo rotura de lunas y puertas de bares. Hacia la una del mediodía la virulencia de los enfrentamientos fue grande.

Sobre las cinco de la tarde la Policía Armada rodeó en la iglesia de San Francisco de Asís en Vitoria, en la que estaba realizando una asamblea de trabajadores y, haciendo caso omiso de la solicitud del párroco que invocó lo dispuesto en el concordato, conminó al desalojo. Apenas unos segundos después disparaban gases lacrimógenos en un recinto cerrado y abarrotado de gente creando indignación y sobre todo pánico. Los que salieron por delante medio asfixiados y con pañuelos en la boca fueron apaleados por los flancos y a los del frente les dispararon pelotas de goma y fuego real.

La policía resolvió la situación que habían creado a tiro limpio, resultando muertos Pedro María Martínez Ocio, trabajador de Forjas Alavesas, de 27 años, Francisco Aznar Clemente, operario de panaderías y estudiante, de 17 años, Romualdo Barroso Chaparro, de Agrator, de 19 años, José Castillo, de Basa, una sociedad del Grupo Arregui, de 32 años. Dos meses después moriría Bienvenido Pereda, trabajador de grupos Diferenciales, con 30 años. Dos obreros muertos en el lugar de los hechos, cuatro heridos muy graves de los cuales tres morirían, y varios heridos más, algunos con herida de bala.

A partir de ese momento se desarrollaron violentos enfrentamientos y la Policía perdió prácticamente el control de la ciudad hasta las nueve de la noche, cuando ya habían llegado refuerzos. El último herido de extrema gravedad fue el inspector de policía Antonio Losada al que, cuando se encontraba en la puerta de la Comisaría, arrojaron un cóctel molotov que le provocó quemaduras en todo el cuerpo.

Aquel jueves el Secretario General del SPD de Alemania, Willy Brandt, cancelaba la entrevista con Fraga que participaba en una campaña diplomática para vender internacionalmente una reforma avalada por la monarquía. El sábado, Manuel Fraga Iribarne, entonces Ministro de la Gobernación, junto con Rodolfo Martín Villa, Ministro de Relaciones Sindicales, y el General Campano, director de la Guardia Civil, intentaban, visitando a los heridos, reducir el impacto de su decisión.

Todavía prohibidos los derechos de reunión, manifestación y de huelga, los sindicatos, ilegales también, convocan huelgas en toda España. Tuvieron especial importancia en Vitoria, en el cinturón industrial madrileño y en el País Vasco. El 8 de marzo tuvo lugar una huelga general a nivel de todo el País Vasco, durante la cual se produjeron nuevos choques en el curso de los cuales, hubo otro muerto: Vicente Antonio Ferrero en Basauri. Posteriormente los altercados se multiplicaron y las huelgas generales de protesta, se sucedieron durante varios meses.

El 30 de enero de 1972 en Derry (Irlanda del Norte) sucede el Domingo Sangriento.

El Domingo sangriento:

Salvando las distancias y las épocas ,podía haber sido un domingo de reivindicación tranquila,como muchos domingos de hoy en día (porque sí,hoy en día hay gente que sale a la calle a reivindicar),pero la maquinaria bélica británica y unas ordenes desde las esferas de poder,cambiaron la historia de Derry,y por extensión de Irlanda.

En la historia ha habido otros domingos que se pueden calificar como sangrientos; incluso en Irlanda, en 1913 y 1920, dos domingos ya habían sido calificados como sangrientos,pero sin duda el que más es recordado es este.

El 30 de Enero de 1972 es un día que en la historia ha quedado marcado a sangre y fuego,y sin duda especialmente recordado en la ciudad de Derry.

En 1971 el gobierno británico implantó en el norte de Irlanda una política de encarcelamiento sin juicio a cualquier persona que las autoridades sospecharan de pertenecer al movimiento republicano. Muchos ciudadanos eran encarcelados sin haber estado en un tribunal y eso provocó la reacción de la gente.

La Asociación de Derechos Civiles de la ciudad de Derry en el condado que se denomina oficialmente Londonderry en el norte de Irlanda, había convocado para el día 30 de Enero de 1972 una marcha para manifestar el descontento de la población ante esta medida tan arbitraria por parte de las autoridades británicas. A las 2:00 pm la gente comenzó la marcha de uno de los barrios republicanos de Derry hacia el centro de la ciudad. Tras dos horas de marcha el número de manifestantes ascendía a unas 20,000 personas y a las 4:00 pm el contingente llegó a William Street.

El gobierno había mandado sellar la calle con varios batallones de elite del ejército británico, fuertemente armados y apoyados con carros blindados. Los manifestantes desconocían totalmente este movimiento del ejército pues, después de todo, era una marcha pacífica y obviamente no comprendieron el porqué de la presencia tan fuerte del ejército. La marcha continuó hasta pararse frente a las caras de los soldados. Algunos jóvenes comenzaron a tirar piedras a la barricada formada por los soldados británicos y estos respondieron con gas lacrimógeno y balas de plástico y después procedieron a realizar arrestos entre los manifestantes. En medio de la confusión causada por el gas, los golpes de los militares y la revuelta de los jóvenes , los soldados británicos comenzaron a disparar ráfagas de metralleta a los manifestantes. La gente entró en pánico y comenzaron dispersarse. Por media hora los militares dispararon 108 ráfagas hiriendo a 14 civiles y matando a otros 13,posteriormente John Johnston que fué herido ese día murió pasadas varias semanas.

El descontento internacional no se hizo esperar y al día siguiente el gobierno británico se deslindó de toda responsabilidad reclamando que los soldados actuaron en defensa propia pues habían sido atacados con armas de fuego y bombas caseras. Ninguno de los manifestantes declaró haber visto bombas o armas entre la gente y el ejército no encontró restos de ninguno de los supuestos artefactos en el lugar del conflicto. Ningún soldado o carro británico salió herido.

Por supuesto, el gobierno británico se ha tratado de excusar de mil y un maneras. El Secretario de Estado Británico, Reginald Maudling en su declaración del día siguiente del ataque: “el ejército regresó el fuego dirigido a ellos con tiros certeros y causaron bajas en aquellos que los atacaban con armas de fuego y bombas”.

Las investigaciones siguen hasta el día de hoy, los testimonios de los soldados involucrados cambian día con día, como por ejemplo – 24 de Junio del 2000 del Irish People donde un soldado (identificado para protección como 027) afirma que un oficial les dijo la noche anterior a la marcha: “we want some kills tomorrow” (“Queremos algunas muertes mañana”). Y en el ejemplar del 30 de Junio del mismo año el soldado identificado como INQ1952 informó que a su sección se le ordenó disparar contra los manifestantes fueran o no pacíficos.- Muchas veces los soldados llamados a testificar han pedido su anonimato por represalias por parte de las autoridades.

El ejército británico dispara contra una manifestación por los derechos civiles. Mueren 13 manifestantes y 14 quedan heridos. Queda desprestigiada la vía no violenta para resolver el conflicto.

Las Víctimas:
John «Jackie» Duddy (17 años), fue alcanzado por un disparo en el hombro en el aparcamiento de Rossville Park. La bala le atravesó saliendo por la parte izquierda del pecho. Cuatro testigos declararon que le abatieron mientras corría desarmado huyendo de los disparos. Tres de ellos afirmaron haber visto a un soldado apuntar deliberadamente hacia él.
Patrick Joseph»Paddy» Doherty (31), fue tiroteado por la espalda mientras se arrastraba buscando refugio. Doherty fue sujeto de una serie de fotografías, tanto antes como después de su muerte, llevadas a cabo por el fotógrafo francés Gilles Peress.Aunque el testimonio de un soldado le señalaba como portador de un arma con la que pudo haber disparado contra las tropas británicas, el informe Widgery reconoció posteriormente que en las fotografías se le podía ver desarmado, resultando negativas las pruebas forenses buscando residuos de haber utilizado un arma de fuego.
Bernard «Barney» McGuigan (41) que había estado escondido en la esquina de los pisos Rossville, salió agitando un pañuelo blanco para avisar de sus intenciones, tratando de llegar hasta Patrick Doherty, que yacía moribundo. En su camino recibió un disparo en la cabeza.
Hugh Gilmore (17) fue abatido cuando corría hacia los pisos Rossville huyendo de los disparos.Tenía heridas de bala en la parte derecha y la parte izquierda del pecho, además de en el brazo derecho. Probablemente estas heridas se las causaron dos balas.
Kevin McElhinney (17) fue alcanzado por disparos por la espalda mientras se arrastraba buscando refugio. Dos testigos declararon que iba desarmado.La bala le entró por la nalga izquierda, saliendo por la parte izquierda de su pecho, cerca del hombro.
Michael G. Kelly (17) recibió un tiro en el estómago mientras permanecía junto a la barricada de escombros próxima a los pisos de Rossville St.En el informe Widgery se reconoció que iba desarmado.
John Pius Young (17) fue herido de bala en la cabeza mientras estaba en la barricada de escombros. Dos testigos declararon que estaba desarmado.
William Noel Nash (19) recibió un tiro en el pecho cerca de la barricada. Los testigos declararon que Nash estaba desarmado e iba en ayuda de uno de los heridos cuando fue abatido.
Michael M. McDaid (20) fue herido de bala en la cara junto a la barricada mientras se alejaba de los paracaidistas. La trayectoria de la bala, que entró por su mejilla izquierda saliendo por la parte superior derecha de su espalda, indica que podría haber sido abatido por un tirador desde las posiciones que las tropas británicas ocupaban sobre las murallas de la ciudad.
James Joseph «Jim» Wray (22) fue herido y posteriormente rematado por disparos a corta distancia cuando yacía en el suelo. Testigos que no fueron llamados a declarar para el informe Widgery afirmaron que Wray estaba pidiendo ayuda, gritando que no podía mover las piernas, cuando le dispararon por segunda vez. Un testigo (el padre O’Keefe) afirmó que iba desarmado.
Gerald Donaghy (17) fue herido en el estómago mientras corría buscando refugio entre Glenfada Park y Abbey Park. Fue llevado a una casa vecina, donde le examinó un doctor. Allí le vaciaron los bolsillos con objeto de identificarlo. Una fotografía posterior de la policía mostraba el cadáver de Donaghy con varias bombas de clavos en los bolsillos. Ni los que le registraron en la casa ni el oficial médico que certificó su muerte poco después declararon haber visto ninguna bomba. Donaghy era miembro del Fianna-Éireann, un movimiento juvenil conectado con el IRA. Paddy Ward declaró en una investigación posterior que le había entregado dos bombas de clavos a Donaghy unas horas antes.
Gerald (James) McKinney (34) fue abatido justo después de Gerald Donaghy. Los testigos declararon que McKinney había estado corriendo detrás de Donaghy. Cuando le vio caer, se detuvo y levantó los brazos, gritando «¡No disparen! ¡No disparen!». En ese momento recibió un disparo en el pecho.
William A. «Willie» McKinney (27) fue tiroteado por la espalda cuando intentaba ayudar a Gerald McKinney (con el que no le unía ningún parentesco, pese al apellido). Abandonó el refugio en el que estaba para ayudar a William.
John Johnson (59) fue herido en una pierna quince minutos después de haberse iniciado el tiroteo. Murió por causa de sus heridas cuatro meses y medio más tarde, el 16 junio de 1972.Johnston fue la única víctima que no asistía a la marcha; iba de camino a visitar a un amigo en Glenfada Park.

Fuente: 1) http://cain.ulst.ac.uk/events/bsunday/chron.htm
2) http://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Sangriento_%281972%29

24/01/1977 Matanza de atocha 1977

Monumento a los abogados asesinados, situado en la plaza de Antón Martín de Madrid.

Perpetrador(es) 3 pistoleros vinculados a Fuerza Nueva
La matanza de Atocha de 1977 fue un atentado terrorista cometido por terroristas de extrema derecha en el centro de Madrid la noche del 24 de enero de 1977, en el marco del llamado terrorismo tardofranquista. Cinco abogados fueron asesinados, lo que marcó la Transición española iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco.
Un comando ultraderechista penetró en un despacho de abogados laboralistas de Comisiones Obreras (CC. OO.) y militantes del Partido Comunista de España (PCE), situado en el número 55 de la calle de Atocha y abrió fuego contra los allí presentes, matando a cinco personas y dejando heridas a cuatro. El tribunal que dictó sentencia el 4 de marzo de 1980 consideró que los procesados Francisco Albadalejo (secretario del Sindicato Vertical del Transporte Privado de Madrid y vinculado a FET de las JONS), José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Leocadio Jiménez Caravaca constituían un «grupo activista e ideológico, defensor de una ideología política radicalizada y totalitaria, disconforme con el cambio institucional que se estaba operando en España». El fallo condenó a José Fernández Cerrá y Carlos García Juliá a un total de 193 años a cada uno de ellos, y a Francisco Albadalejo, a un total de 73 años.
El periódico italiano Il Messaggero publicó en marzo de 1984 que neofascistas italianos habían participado en la matanza,1​ tesis que fue respaldada en 1990, cuando un informe oficial italiano relató que Carlo Cicuttini, un neofascista italiano próximo a la organización Gladio (una red clandestina anticomunista dirigida por la CIA), había participado en la matanza. Cicuttini había escapado a España, donde adquirió la nacionalidad española, después del atentado de Peteano de 1972, hecho con Vincenzo Vinciguerra.2​
En la actualidad, existen calles y plazas en 23 ciudades de la Comunidad de Madrid que recuerdan a las víctimas del atentado.3